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Es una historia de mentiras... misterios y tabúes.

¿Qué Harías si un día te enteras que toda tu vida es una farsa... y que tus verdaderos orígenes no son tan humanos como pensabas?...


Frase de la semana

"La belleza puede ser motivo de desaliento, de profunda desolación, y así me sentí en su presencia"

Los ojos del Vampiro.

martes, 22 de diciembre de 2009

Frase de la semana

Hola... Les traigo un nuevo segmento... " La frase de la semana".
Todas las semanas les voy a traer una nueva frase para que disfruten ... es de diferentes libros y autores. Espero que les gusten, ante cualquier sugerencia de frase contactenme.

FRASE 1:
"Imagina beber el más exquisito champán y la sensación del coito más sensual que Hayas tenido, súmale el éxtasis del fumador de opio al darle la primera calada a la pita, y puede que empieces a hacerte una mínima, infinitesimal idea de lo que se siente al beber la sangre del ganado… disculpa, de un ser humano vivo"

La mascarada ...capitulo: Mi problema con la bebida.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Capitulo III: Primer encuentro VII

Comencé a correr sin fijar un destino; solo quería salir de ese lugar poder alejarme de todo y de todos. Estaba perturbada y la respiración se me entre cortaba, los latidos del corazón eran tan potente que en cualquier momento saldría del pecho para poder expandirse sin problema. Cuando logré aislar cualquier sonido a civilización aminoré la carrera y mire a mí alrededor.

Estaba en el medio de la nada, para donde miraba solo había árboles y juncos. La espesura del bosque apenas dejaba que el sol penetre entre pequeños huecos que se hacían entre la arboleda con el soplar del viento sobre sus copas.

No había camino que indicara hacia donde ir, solo existía la naturaleza, el sonido de las hojas y yo.

A los pies de un gran roble hallé una enorme roca en la cual me senté.

Necesitaba pensar en todo lo ocurrido, sabía que los Lowell guardaban secretos pero llegar al extremo de crear una nueva identidad superaba cualquier idea que alguna vez se hubiera cruzado por mi mente.

¿Acaso somos una familia de mafiosos o asesinos para dejar atrás toda una vida y comenzar de nuevo en un país extraño, con una lengua diferente, y sobre todo con una nueva identidad?

Escondí mi cabeza entre las piernas y entrecrucé mis manos sobre la nuca haciéndome una bola humana. Por mis ojos comenzaron a brotar pequeñas lágrimas de bronca.

Solo se me cruzaba una idea. Si Elba fue capaz de esconderme algo así, que otros secretos tan oscuros guardaría mi abuela y por que después de tantos años dejarían a descubierto la punta del ovillo para empezar a tejer todas unas vidas de secretos.

viernes, 27 de noviembre de 2009

De vuelta a la sangre

Les dejo un nuevo capitulo de "La Mascarada" acuerdense que este relato no es mio, si no que es la base de un juego...

Pero hay más en la sangre que simple alimento, mucho más. Hay poder, hasta tal punto que algunos vampiros lo llaman vitae, “de vida”. Aparte de sobrevivir, la sangre sirve también para otros. ¿La legendaria fuerza y velocidad de los vampiros? Un producto de la adecuada aplicación del mismo pozo. Me han vaciado cargadores enteros en la barriga sin frenarme en absoluto. La sangre alimenta muchos de los talentos “mágicos” que nos atribuyen; ya has visto uno. Y, por supuesto, puedo enviar sangre a mi piel para parecer, bueno casi humano.
Evidentemente, hay un precio que debemos pagar. Cuanta mas sangre gasto en esos trucos de salón, más rápido se agotan mis reservas. Cuanto más rápido vacío mi estómago antes tengo que alimentarme (y cazar) de nuevo.
¿Prefieres que acabe con el truco del calor? Estoy en deuda contigo. Es muy refrescante encontrarse con alguien joven y dispuesto a ver más allá de las apariencias, ¿no crees? ¿Hmmm? Querida, si tuvieses seis veces tu edad seguirías siendo una niña para mí, “Joven” es un término muy relativo.Tsk. Tengo hambre ¿Te importaría acompañarme a dar una vuelta? La otra opción es dejarte aquí como una prisionera, y preferiría no hacerlo. No dudo que intentarías inventar algo y escapar, y yo perdería las antigüedades que rompieses en el proceso. Tú, querida, eres reemplazable, pero mis posesiones no. Así de sencillo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Capitulo III: Primer encuentro VI

Hace años que nadie para ahí, la quisieron comprar varias personas pero nunca se pudo volver a dar con los dueños de manera que quedo abandonada, aunque se que durante todos estos años la estuvieron manteniendo.
Eso explicaba el estado de la casa a mi llegada.
Deje que siga hablando, lo que decía iba a llevarme a algo aunque no sabia bien a donde. Mientras tanto ponía sobre el mostrador detergente, fósforos, un trapo de piso…
Levantó la vista, esperando que responda alguno de sus interrogantes. Se notaba que hablaba de manera inocente, Fermín no superaba los diecisiete años. Era un típico adolescente flacucho, de brazos largos. Su era tez trigueña escondía sus grandes ojos negros.
-Bueno no voy a llevar nada más- Acoté desinteresadamente, lo mejor era salirme por la tangente.
Embolso la mercadería de manera impaciente. Se notaba que quería saber algo pero no le daba pie para preguntar.
-Bueno, ¿Cuánto es?-
-Cincuenta siete con treinta.-
Saqué el dinero del bolsillo de mi jean, y lo puse sobre la mesa.
-Perdona que sea intrometido, pero…-
-Dale no te preocupes, qué quieres saber.- Lo incite a preguntar, una pregunta suya le valdrían tres mías.
-Cómo conseguiste alquilar la cabaña, conoces a los dueños.- Su mirada irradiaba una curiosidad desesperada, así que era mi momento, le cambiaria pregunta por pregunta, respuesta por respuesta.
-La casa es de mis abuelos.- Me miro perplejo. –Ahora explícame vos que es eso de Lemunkuyen.-
La campana de la puerta sonó, como siempre me pasa, en los momentos interesantes algo interrumpe y me quedó sin el final de la historia.
Tomé las bolsas del mostrador e hice lugar a los recién llegados. Su mirada estaba clavada en mí. Seguí mirando esperando una respuesta, me fui alejando lentamente, él no dejaba de mirarme con ojos deslumbrados.
Los clientes pasaban a nuestro lado desapercibidos solo nos concentramos el uno en el otro. En su mirada se reflejaba una respuesta pero yo no era capaz de descifrarla.
Me di media vuelta para salir de la tienda. Tome la manija de la puerta y tire para abrirla.
-¡Dana!- Caminó y se puso frente a mí, arrimó su cabeza a mi oído.- Los Lemunkuyen son los dueños de la casa. La señora Alen Lemunkuyen es en realidad la dueña.-
Di un paso atrás, lo mire absorta, mi abuela era Lowell, nunca en mi vida había escuchado esa palabra.
-Creo que estas confundido.- No encontraba sentido a las palabras de Fermín.
-No, no lo creo, estoy totalmente seguro, mi padre estudiaba con la hija de los señores Lemunkuyen.- Se alejó de mi y volvió a su puesto de trabajo.
Me quedé pasmada ante su comentario.
El aire fresco golpeó en mi cara mientras caminaba por el bosque rumbo a casa.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Capitulo III: Primer encuentro V


La mañana era deliciosa, una suave brisa fría soplaba y traía consigo el aroma a tierra mojada, el rocío que cayó fue suficiente como para penetrar por la maleza del bosque y humedecerlo todo.
El camino fue bastante placentero, disfrute de los rayos de sol que empezaban a penetrar el bosque y brindaban un tenue calor que contrarrestaba el frescor.
Recorrí el mismo sendero del día anterior, baje de la montaña por el camino de acceso. Realmente estaba disfrutándolo. Continué rumbo a la despensa. No tenía idea que iba a comprar pero una vez dentro viendo lo que tenían aparecería en mi cabeza una lista de cosas.
Las calles estaban bastante transitadas, el reloj de la iglesia marcaban las diez y treinta, todo era perfecto. De fondo se escuchaban los gritos de los chicos en el colegio, a mi parecer estaban de recreo.
La gente andaba en bicicleta, otros en autos, nada era como en Seattle, en Aguada todo era antiguos, parecía que el lugar estaba encerrado en una capsula de tiempo. Muy pocas cosas destacaban, es decir, desentonaban. Frente a la almacén estaba estacionado un Toyota color azul noche último modelo con vidrios polarizados. Realmente captó toda mi atención. Debería pertenecer a los ricos del pueblo.
Deje de mirar el vehículo y caminé directo a la entrada de la tienda.
Empuje la blanca puerta para ingresar y al mismo tiempo se oyó el sonido de un llamador de ángeles que anunciaba el ingreso a la tienda.
Dentro no se encontraba mucha gente, delante de mí solo tenia cuatro personas, de manera que seria atendida rápidamente. Agarré una cesta que había a un costado de la puerta, fui a las estanterías y empecé a meter dentro todo lo que consideraba que sería de utilidad
Mientras elegía cada cosa me di cuenta que el murmullo constante que invadía el lugar cuando entré se extinguió y ahora los ojos de los que estaban allí se posaban en mí. Era realmente incomodo.
-Hola, buen día- Dije amablemente cuando por fin era mi turno de ser atendida.
-Dana Lowell, ¿No?- Respondió sin desconcentrarse de su trabajo. Le hice una mueca amistosa, seguramente seria el único lugar del pueblo al que acudiría comúnmente a comprar. –Soy Fermín, el hijo de Don Javier, seguramente lo viste anoche en la fiesta- Hizo el gesto de un hombre encorvado agarrándose de la cintura y con su otra mano sosteniéndose con un bastón. Dejé escapar una risa apagada.
-Bueno… en que te puedo ayudar antes que se llene de gente el local de nuevo.- Mire a mi alrededor y no había quedado nadie. Puse la cesta sobre el mostrador y comenzó a sacar las cosas y hacer la cuenta.
Agarré algunas cosas más de las estanterías y las fui poniendo sobre el mostrador.
-¿Así que estas viviendo en la vieja casa Lemunkuyen?, linfa casa, pero… ¿Cómo es que llegaste ahí?- Lo mire desorientada, no entendía de que me estaba hablando.

sábado, 14 de noviembre de 2009

La Bestia


Les dejo un nuevo capitulo de "La Mascarada", Recuerden que este relato no es mio, si no que es la base de un juego

El lado animal de un vampiro recibe el nombre de la Bestia (en lo que es, sospecho, un intento de satanizarlo mediante la disociación). Por desgracia, darle a esa hambre monstruosa un nombre distinto no basta para calmarla. Al final la Bestia siempre vence, me han dicho. Si alguien sobrevive el tiempo suficiente como vampiro se ve forzado por su mimas naturaleza a hacer cosas obscenas. Y acaba acostumbrándose a esas atrocidades y pasando a otras mayores, y lo que fuese humano en el vampiro acaba por morir. Cuando desaparece el último resto de humanidad de un Vástago (y te aseguro que muere después de ver desaparecer a tantos amigos, seres queridos y descendientes) la Bestia se impone para siempre. El vampiro se convierte en un animal. Si llegas a ese punto lo más probable es que ni siquiera te des cuenta cuando te maten como a un perro rabioso.
Si tienes fuerza de voluntad y una decente conciencia del to puedes aguantar décadas… siglos, incluso. He oído hablar de un vampiro que tiene más de dos mil años. Pero nunca estarás libre del miedo al triunfo de la Bestia, y ese miedo es lo que la Bestia usará para controlarte.
Por supuesto, la mejor forma de combatir a ese demonio es mantenerse en forma, lo que incluye una alimentación regular. De nuevo, eso quiere decir que tarde o temprano empezarás a matar ganado (mortales, perdona de nuevo) y que cuanto más ganado mates, más fácil te resultará hacerlo. La bestia también gana de esa forma. Aunque no quieras hacerlo, aunque el proceso comience por accidente, tarde o temprano te acostumbrarás a la visión de un cadáver a tus pies. Tras el décimo, el centésimo, el milésimo o lo que sea, deja de ser una persona y se convierte en un objeto, un recipiente. Una nota a pie de página en tu historia. Y tú, en ese momento, dejas de ser remotamente humano.

sábado, 7 de noviembre de 2009

El primer trago fatal

Les dejo un nuevo capitulo de "La Mascarada" recuerden que este relato no es mio, si no la base de un juego.
En muchos casos, uno recibe el primer trago de sangre la noche que se convierte en vampiro… uno de la “Estirpe”, como nos gusta llamarnos. El proceso recibe el nombre de “Abrazo” y tiene dos fases distintas y bastantes difíciles. En la primera, el vampiro que quiere crear progenie bebe hasta la última gota de sangre de su futuro “chiquillo”. No es diferente de la alimentación normal, salvo por el hecho de que no hace falta preocuparse de borrar los recuerdos o disponer del cadáver. Además, acabas realmente lleno. La diferencia llega después.
Cuando la última gota de sangre ha abandonado el cuerpo, el vampiro “padre” (el término técnico es “sire”, si te interesa) devuelve parte de la sangre robada. Se muerde el labio, o la muñeca, o lo que sea, y deja que algo de su vital pase a la boca de la víctima. Suponiendo que el mortal no se resista al proceso (pocos lo hacen, créeme) y que el sire no se haya retrasado demasiado al dar su regalo, la sangre desciende por la garganta del moribundo y hace que resucite como vampiro.
Suena sencillo, ¿no? La verdad es, como siempre ocurre, más complicada. Mi propio Abrazo podría parecer el epítome del lujurioso esplendor romántico que tu época ha atribuido a mi especie, e incluso así me estremezco aterrado al recordarlo. Todos los ingredientes del romance estaban presente (el boudoir iluminado por las velas, las copas de vino a medio beber, el palpitante pecho de mi dama); parecíamos estar en las páginas de una novela. Caímos sobre la cama y, en el culmen de la pasión, hundió los colmillos en mi cuello. Entre el placer del momento y el de su alimentación (sí, es bastante placentero para los mortales, hasta el punto de que algunos se vuelven adictos) estuve encantado de dejarme llevar. Recuerdo haber pensado que, después de todo, mi madre había tenido razón; las malas mujeres serían mi muerte. Incluso recuerdo cómo reí mientras mi sire me bebía la vida.
Y entonces, mientras estaba allí sentado observando aquella puerta oscilante abierta ante mí, mientras mi alma deba sus primeros y vacilantes pasos hacia el Cielo, ella se abrió la muñeca tranquilamente y derramó el vitrolo de la vida eterna por mi garganta. Puedes burlarte de mí por no rechazar lo que se me ofrecía, pero la vida es dulce incluso frente al rostro de la Gracia. Su sangre me quemó alñ pasar por mis labios y mi garganta, y me encontré queriendo vivir. El dolor causado por la sangre era la prueba de que estaba vivo y, cuando fue obvio que no la cruzaría, la puerta resplandeciente se desvaneció con un sentimiento de inefable tristeza, dejándome con mi sire y un ansia asesina. Por fortuna, mi maestra fue tan gentil como para atenderme durante el cambio: había seducido a mi mejor amigo antes de hacerse conmigo, dejándole en una habitación contigua como un alcaudón alimentando a su cría. Mientras sentía morir mi cuerpo célula a célula, él yacía sin sentido esperando mi hambre.
Ah, sí, el hambre de la creación. Esa pequeña cantidad de sangre que el sire usa para otorgar el Abrazo no es mucha… unas pocas gotas con más sentido místico que nutricio. No proporcionan alimento suficiente para satisfacer el hambre de un vampiro recién creado, así que al nuevo chiquillo le conviene rezar por que su sire haya preparado unas pocas botellas o, mejor unos pocos cuerpos para el momento. He contemplado el horror de los Vástagos recién Abrazados entregándose a esa hambre incontrolable y haciendo pedazos a quien estuviese cerca. Cuando la sed te embarga haces lo que sea por saciarla. Matarás a tu amante, a tu hijo, a tu padre o a tu sacerdote parara ella, y te sentirás feliz… al menos mientras dure el frenesí.
Éste es el punto, querida. Porque no importa el tiempo que hayas pasado en frenesí ni lo que lo provocó (miedo o hambre o dolor o rabia); no importa cuánto tiempo hayas cedido al animal dentro de tu; no puedes controlar lo que haces y siempre acaba saliendo. Y es entonces cuando debes enfrentarte a las consecuencias de lo que hiciste cuando el animal estaba al mando. Y el primer frenesí no es nunca el último. Uno podría pensar que con la experiencia se va haciendo más fácil superar esa pérdida de control, pero no se podría estar más equivocado.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Mi problema con la bebida


Les dejo un nuevo capitulo de "La Mascarada" recuerden que este relato no es mio, si no la base de un juego.

En realidad, lo esencial del asunto es que beber sangre no sólo me permite perpetuar mi existencia, sino que me procura una sensación distinta a cualquier cosa que me pueda ofrecer este mundo. ¿Cómo es? Querida, las palabras no pueden describirlo. Imagina beber el más exquisito champán y la sensación del coito más sensual que Hayas tenido, súmale el éxtasis del fumador de opio al darle la primera calada a la pita, y puede que empieces a hacerte una mínima, infinitesimal idea de lo que se siente al beber la sangre del ganado… disculpa, de un ser humano vivo. Los drogadictos modernos mentirán, robarán y matarán por sus pequeños viajes al Cielo: el mío es mejor, y además me hace inmortal. ¿Puedes imaginar lo que haría para saciar le hambre? No te molestes en hablar de posibilidades; la verdad es peor de lo que puedas pensar. Y se me considera un caballero entre los de mi especie. Ahora hazte una idea, si puedes, de algunos de mis parientes los que no son tan educados como yo.
Son capaces de comerte (y cometen) actos en los que prefiero no pensar.
Y aquí estas, pobre mortal, descubriendo lo frágil que es tu existencia.
¿Empiezas a asustarte? Deberías.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Comienzos


Les dejo un nuevo capitulo de "La Mascarada" recuerden que este relato no es mio, si no la base de un juego.

Supongo que deberíamos empezar por lo básico. En efecto, soy un vampiro llevado a tal estado de la existencia en el Año de Nuestro Señor de 1796 por una mujer que me fue presentada como una, “dama de la noche”. El caballero que nos presentó (uno de sus sirvientes, según descubrí mas tarde) tenía un extraño sentido del humor.
Pero me estoy desviando. Sí, bebo sangre humana. Sin el sustento que me proporciona, me marchitaría; con ella, viviré para siempre. Exacto, para siempre. A menos que sea destruido (y destruir a uno de los Condenados como dice la leyenda. Sólo el sol, y las emociones que engendra, nos esta vedado; los vampiros podemos beber en las noches de eras incontables, podemos seguir incólumes mientras todo lo que conocemos se convierte en polvo a nuestro alrededor y es reemplazado por algo que a su vez se desmorona, y así sucesivamente…
Ah, vuelvo a salirme de la cuestión. Sangre, sí, sangre. Puedo sobrevivir con sangre de animales (casi todos podemos, menos los más viejos), pero esta dieta no es agradable. No, todos queremos beber de las mejores cosechas, pues de lo contrario pasamos todo el tiempo con un embotamiento en las tripas que nunca desaparece. Además, diría que se pone peor cuanto más hambre tienes; es probable que un vampiro que haya pasado demasiado tiempo sin alimentarse demuestre una lamentable falta de autocontrol.
Hay otros indicios fisiológicos que revelan mi condición. Mi corazón no late; basta con la fuerza de mi voluntad para impulsar la sangre por el cuerpo. Mis órganos internos, por lo que sé, llevan mucho tiempo atrofiados y convertidos en simples vestigios. Pero ningún forense llegara a verlo, pues si fuese destruido me descompondría rápidamente en polvo. Mientras tanto, no me afectan molestias como la respiración, las temperaturas extremas y demás. Mi piel está siempre fría, a menos que desee calentarla. Pero eso cuesta un cierto esfuerzo de voluntad y gastar sangre valiosa. La comida corriente me es repulsiva y no aguaitaría más de unos segundos en lo que queda de mi estómago. Incluso con la eternidad extendiéndose ante mí, querida, tengo cosas mejores que hacer con mi tiempo que inclinarme sobre la taza del inodoro para vomitar cenizas y bocados sin digerir.
En términos legos, ya no soy humano. A todos los afectos soy simplemente un cadáver andante que se alimenta de sangre, idéntico a cualquier ocupante de una morgue salvo por el hecho de que me muevo. Reservo las delicadezas como calentar mi piel y parpadear para cuando estoy en compañía, como la tuya.
Dame las gracias, querida. Mantenerme con este fresco aspecto de rosa para ti me está costando más de lo que imaginas
Ah, volvemos a la ingestión de sangre, el acto definitorio, solo hubiese, de mi existencia. Sí, me temo que es una necesidad, aunque puedes dejar viva a la presa. Todo lo que hace falta es un poco de autocontrol y un pequeño esfuerzo para cerrar la herida… Y no, no todos bebemos del cuello. Otro cliché que puedes borrar de tu lista. Pero el problema de dejar viva a tu presa es que, a menos que tengas ciertas… protecciones, recuerda lo ocurrido. Estas violaciones de la Mascarada no están bien vistas por los poderes fácticos entre los vampiros. Con frecuencia, ,imitarse a matar es lo más sencillo.

lunes, 26 de octubre de 2009

Qué soy

Les dejo un nuevo capitulo de "La Mascarada" recuerden que este relato no es mio, si no la base de un juego.



Antes de que sigamos adelante, permíteme decirte que tienes una oportunidad sin precedentes. Mi especie no habla de si misma como la tuya… Ahora no, y por lo general nunca. Hemos pasado cinco siglos tejiendo un telón que llamamos la Mascarada para ocultaros el verdadero espectáculo, pero a fin de cuentas es bastante sencillo: los vampiros no queremos que los mortales sepáis de nuestra existencia. Es por el mismo motivo por el que el lobo no quiere que las ovejas sepan que esta cerca. Facilita mucho nuestro trabajo. Y Ali, por ejemplo, aunque tenemos los colmillos afilados con los que nos han marcado las noveluchas y las películas, los mortales no los veis si no los mostramos. Como ahora.
Te has puesto pálida, querida. Deja que yo me ponga pálido por los dos. Debo admitir que estoy decepcionado por tu sorpresa. Tómate un momento para tranquilizarte, si puedes. Para ser sincero, me temo que es la menor de las sorpresas que te esperan esta noche. Por favor, no pierdas el tiempo intentando dar con una explicación racional y científica, porque no hay ninguna. Soy lo que soy. Lo que muchos, muchos somos… demasiados, para algunos.
Condenación, ¿De verdad eres tan tonta? Vuelve a sentarte. He dicho que te sientes. Ahora mírame. Ssshhh, basta de gritos. Nadie va a venir a rescatarte y nadie va a llamar a la policía… no en este edificio. Los vecinos discretos son un regalo para alguien en mí situación. Es lago realmente victoriano, esa forma que tienen de ignorar todo lo que no ocurre directamente ante ellos.
Bueno, así que al fin tienes tu prueba. ¿Me crees ahora? Sí, lo que hay en la otra ampolla es sangre; por supuesto, si se sirve fría pierde mucho sabor, puedes probarla si quieres, pero no te lo recomiendo. No estás preparara para disfrutar de estas cosas, al menos ahora.
No empieces a anticipar mis intenciones, querida. Si pensase actuar de acuerdo con tus amados clichés, ya estarías muerta. Después de todo soy un depredador, y tú y tu especie sois mi presa.

La mascarada: Una asamblea de bestias

Les dejo el primer capitulo de "La Mascarada" les informo que este relato no es mio, si no la base de un juego. ¡¡Que lo disfruten!!


Bela Lugosi está muerto, y yo también. Pero los restos de Bela están pudriéndose en un ataúd de pino en alguna parte, mientras que yo puedo sentarme aquí en el balcón, disfrutar de mi bebida y contemplarte. Lo siento si suena presuntuoso pero creo que yo salgo ganando.
Adivino al mirarte que no comprendes. Por supuesto que no… son tiempos cínicos y racionales, y no vas a creerte que sea un muerto solo porque yo lo diga. Hace un siglo hubiese sido otra cosa (bueno, fue bastante distinto la ultima vez que tuve esta pequeña charla con alguien) pero estamos en una época de hechos. Y el hecho es que los cadáveres no se mueven, no caminan, no hablan. Y lo siento mucho, querida, pero tenga una sorpresa para tú: este cadáver si lo hace.
Así que siéntate. Por favor, insisto en que te pongas cómoda. Sírvete algo de beber, preferiblemente de la botella de la izquierda… la de la derecha es un gusto adquirido. Va a ser una noche muy larga, y creo que necesitarás un buen trago o dos. Después de todo, en las próximas horas voy a explicarte con todo lujo de detalles por qué todo lo que crees saber sobre la vida y la muerte está equivocado. En otras palabras, no sabes una bendita cosa de cómo funciona el mundo, y voy a abrirte los ojos.
Pero me tema, querida, que no va a gustarte lo que verás.

He vuelto


Hola Vampiros, Lobos, Y otros seres de la oscuridad:


Como veran he vuelto y traigo nuevas, para empezar les posteare una vez a la semana partes del juego "LA MASCARADA", espero que les guste y que lo disfruten. Tal vez uno de estos dias podriamos jugarlo...

Nos vemos en sus pesadillas.

Nessie

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Perdida de informacion


Gente perdon por la demora en los posteos pero ha sucedido que he reseteado la pc y bueno.... he perdido mucho de lo que habia avanzado... proximamente posteare con mas frecuencia...

Nessie

lunes, 21 de septiembre de 2009

Primer encuentro IV


Rompí la calma de la mañana pronunciando su nombre en un tono bastante elevado.
-Ey, Nehuén.- Voltio el cuerpo pero no dejo de caminar. – Me mentiste.-
Su mirada se ensombreció, percaté que ponía plena atención en mí.
- ¿Cómo sabias lo de los ruidos, y el palo que tome por si necesitaba defenderme? o sea, que culparía a los animales de los ruidos de la noche. Vamos, dame una respuesta, quiero la verdad..- Mi tono de voz era claro y decisivo. Esta vez lo tenía entre la espada y la pared, alguna respuesta debía darme.
El cuerpo de Nehuén se tensionó, su cara cambio de un aspecto cálido y calmo a nervioso y molesto, a pesar de eso emitió una sonrisa falsa, me dio la espalda y desapareció en la espesura del bosque.
Otra vez hizo lo que tanto odiaba, esquivó darme una respuesta. Pero ahora su silencio me garantizó algo. Todo lo que dijo había sido una falacia, por lo tanto un secreto guardaba el camino de viaje a la cabaña y mi encuentro con él. Por el momento no lo iba a descubrir, pero el tiempo me daría las herramientas justas para saber toda la verdad.
Volví a entrar a casa, levanté las cosas del desayunote la mesa y tomé la campera que había quedado arrumbada en una silla desde que llegue.
Baje al pueblo. Debía realizar si o si las comprar por lo menos para los próximos días, sino moriría de hambre y no bajaría nuevamente por lo menos por los siguientes dos días. Realmente necesitaba un tiempo tranquila y de soledad para conectarme con el lugar y con mi único y verdadero objetivo, encontrar algo referente al pasado de mi familia.

Primer encuentro III

Lo miré detenidamente y realice la pregunta sin importarme la respuesta.
-Ne, con respecto a lo que paso anoche, cuando estaba sola en el bosque… - me miraba sin entender a donde quería apuntar.- Bueno, yo salí del pueblo y vine directamente para casa, me preguntaba como es posible que llegando al pueblo después que yo, pudieras alcanzarme a medio camino.-
Realizó una sonrisa socarrona y largo disimuladamente el aire de sus pulmones, bajo los hombros, se relajo.
- ¡Ay Dan, que poca imaginación!
-¿Desde cuando tenemos tanta confianza para que me llames así?- Dije despectivamente, Nehuén me miro revoleando los ojos con cara de resignación.
-¿Puedo continuar o prefieres que hablemos de cómo puedo o no puedo llamarte?-
Baje la mirada y asentí para que continuara con su explicación.
-Cuando Don Javier me dijo recién habías salido del almacén, salí deprisa para poder alcanzarte, pero me di cuenta que estabas bastante lejos así que corrí hasta alcanzarte. Además, ya era casi de noche, y no conociendo el lugar me imagine que te daría miedo. Que escucharías ruidos y no sabrías de donde provienen aunque luego culparías a algún animal auto convenciéndote que estaría de caza y que tú no eras el menú de esa noche, pero para prevenirte tomarías alguna rama si llegado el caso debías defenderte. Eso te llevaría a correr hasta perderte. Tenia que encontrarte si o si. No te olvides que el pueblo había organizado tu fiesta de bienvenida así que era indispensable hallarte pronto. Eso es todo, ¿Contenta?- Me miró despreocupadamente, y se levanto de la silla y comenzó a caminar hacia la puerta.
El argumento era lógico y creíble pero sabia que algo escondía y no podía encontrar donde estaba la trampa. Lo único que me aseguraba que mentía era que ya estaba en posición de irse, lo cual significaba una nueva evasión a mis siguientes preguntas.
-¿Dónde vas?-
- Tengo que irme, la verdad que los desayunos día a día me salen mejor, pero el deber me llama.- Se rió entre dientes.
Aun me encontraba sentada sin moverme, así que me levante para acompañarlo hasta la puerta pero el ya la había cruzado. Lo vi caminando rumbo al bosque, su caminar era muy especial. Era sigiloso y delicado pero a la vez firme. De pronto todo cuadró, ya sabía donde estaba la trampa.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Primer encuentro II




Salí del baño, agarré dinero de la billetera y me puse la campera. Cuando abrí la puerta para dirigirme al pueblo gran susto me llevé.
-¿Pero estas loco?, quieres matarme de un infarto, Nehuen siempre vamos a cruzarnos de esta forma.- Gruñí.
-Perdón, no era mi intención.- Dijo humildemente.
-Esta bien, ya pasó. A que viniste, que traes ahí.- Señale las bolsas que acarreaba
-Son algunas cosas, considerando que llegaste ayer, y en el momento que bajaste al pueblo no realizaste ninguna compra, lo cual considero tonto de tu parte, me imagine que hoy cuando te levantes no ibas a tener nada que desayunar, así que decidí traerte esto para comer, espero que no te moleste que lo compartamos. Yo tampoco aun probé bocado.- Me miro tan tiernamente que no pude resistirme y le hice seña para que entrara.
-Gracias. La verdad es que me salvaste la vida. Mientras me duchaba me iba haciendo la idea que tenía que bajar al pueblo. Lo cual implicaba una larga caminata y mis tripas ya comenzaron a comerme a mi.- Le sonreí, y arqueé las cejas de forma grácil. Los dos estábamos parados a un costado de la puerta sin movernos.
-Bueno… pero que esperas, vamos a preparar entonces un buen desayuno.- Se dirigió con las bolsas a la cocina y las dejo sobre la mesada.- ¿Lo preparas vos o yo?-
-¿Te parece unos huevos revueltos?, trajiste tocino, ¿Verdad?- Pregunté entusiasta, mientras me arremangaba la camiseta.
-Mejor lo preparo yo, sentate y contame que pensas hacer en el día de hoy.- Mientras decía esto me desplazó del lugar y se puso a sacar las frutas de la bolsa, encendió la hornalla y comenzó a cocinar. No preocupándome por que podía llegar a preparar despeje la cocina y fui a sentarme en el diván de la ventana
-Bueno, a decir verdad no tengo nada programado. Creo que voy a ir al pueblo a comprar y a recorrer un poco. Mi viaje se basa en averiguar algo de mi familia, así que seguramente hablare con algunos vecinos y volveré a casa. Trataré de familiarizarme con el lugar.- La idea de socializar no me atraía mucho, siempre fui mas solitaria e introvertida. La parte de hacerse conocer por los demás era la especialidad de Elba. Para ella cualquier persona con la que entablara una conversación superior a cinco minutos pasaba a convertirse a su criterio en amigo.
Cada tanto Nehuén se daba vueltas para mirarme y luego continuaba preparando el desayuno.
A los pocos minutos salió de la cocina.
-¡A comer!- exclamó y vino al comedor y puso sobre la mesa una bandeja llena de comida. Me acerque a la mesa y me senté.
- ¡wooow! Creo que con el hambre que tengo puedo comerme todo yo sola.- Me reí al ver su cara de sorpresa.- No te preocupes, lo compartiremos.- Agregué.
-No sabía que te gustaba, así que prepare variedad.- Me señaló todo lo que había.
La bandeja traía dos vasos con jugo de naranja exprimido, una tetera con agua caliente y otra con café, sobres de diferentes sabores de té, tostadas con pan casero, manteca y tres gustos de mermelada.
Le mire muy complacida y comenzamos a desayunar.
- Así que no tienes planes, si quieres enseguida te armo un itinerario por el lugar.- Sugirió amablemente mientras comíamos.
-No gracias, la próxima vez, quiero estar sola…Ahora que puedo.- dije entre dientes al final de la frase revoleando mis ojos.
- Como gustes no voy a insistirte, no me caracterizo en eso.-
- Despreocúpate, no lo voy a lamentar. Cambiando de tema, puedo preguntar algo que anoche me dejó intrigada.- Tenia que arriesgarme y saber que fue lo que sucedió en el bosque la noche anterior. Le mire seria pero relajada, no quería que se vaya a la mitad de mi pregunta como era su costumbre.

domingo, 30 de agosto de 2009

Primer encuentro



Desperté por un rayo de sol que me pegaba en los ojos, seria el único que había porque la mañana amaneció algo nublada y con mucha bruma. No tenía muchas ganas de levantarme, pero había mucho que hacer.
Me permití quedarme acostada media hora más, relajándome y meditando de todas las tareas a realizar. Miré a mí alrededor y ver las maletas armadas era deprimente.
Incliné el cuerpo hacía la mesa de luz y saqué el diario de mi abuela.
Lo sostuve entre mis manos, acariciaba el cuero que lo revestía, sobre todo me detuve en el símbolo marcado a fuego en la tapa, un circulo con un punto en el centro era algo raro. Lo aproxime a mi nariz para olerlo. Necesitaba de verdad conectarme con el libro. Respiré hondo y lo abrí. Me puse a leerlo, tenía q encontrar alguna frase, algún indicio, lo que sea que me lleve a saber algo de mi pasado. Pasaba las hojas poco legibles mirando con atención, necesitaba encontrar lo que sea. Pero todo lo q leía y veía era normal. Descripciones de rutinas diarias, salidas con amigos al pueblo, una pelea con su madre, escapadas de la casa. Todo muy normal para que no se hable de esas épocas en casa.
Coloqué el diario en su sitio y me levante. Fui al baño a darme una ducha, o por lo menos eso intente. El agua se calentaba mediante la caldera del comedor, y para variar no estaba encendido. Empezar el día así me ponía de pésimo humor, las cosas siempre eran complicadas para mí. Fui al dormitorio me puse la campera y salí a buscar un poco de leña para prender el fuego.
Por lo menos algo era positivo en ese lugar, con abrir la puerta me encontraba con hojas secas, ramas y troncos. Había tanta cantidad que no fue necesario alejarme más de diez metros de la casa para juntar la leña suficiente para ducharme.
Todo lo recolectado lo tire a un costado del leñero, fui a la cocina agarré los fósforos y armé los leños para prenderlos.
De chica Elba me llevó a los scout, no duré mucho tiempo, todos los sábados debía acudir a las reuniones. Creo que fue la única cosa que me impuso. A pesar que me gustaba la vida al aire libre, no fui más en cuanto mamá se entero que por practicar fuegos me quemé. Fue algo sin importancia pero para ella lo minino se volvía tragedia.
Esa mala experiencia hizo que nunca olvidara como preparar un fuego pirámide. Así que por suerte el mal rato de tener que demorar mi ducha, no duró más de quince minutos. Mientras aguardaba a que el agua se calentara fui al dormitorio a armar mi cama, y acomodar la ropa en el ropero.
Cuando termine de organizar el dormitorio pude darme el placer de tomar la tan ansiada ducha.
El agua salía caliente, dejé que corriera por mi cuerpo sin hacer ningún movimiento. Era tan relajante. Ya no recordaba cuanto hacia que no disfrutaba tanto un baño.
Mientras peinaba mi lacio cabello oía como mi estomago pedía a gritos alimentos, nuevamente un problema aparecía. No tenía nada en alacena, ni en la heladera. Tanto era así que no tuve la molestia siquiera de enchufarla. Tendría que bajar al pueblo a comprar algunas provisiones sin falta.

martes, 25 de agosto de 2009

Bienvenida III


-Tranquila Dana, soy yo no te asustes.- Me dijo una voz dulce y serena. – Abre los ojos, no tengas miedo-
No me percaté que al impactar contra él había cerrado los ojos. Nehuén me tenía atrapada entre sus fuertes brazos. Lo miré fijamente y el alma me volvió al cuerpo. Mi respiración de a poco se acompasó y recupere el habla.
-Me asustaste, ¡No te das cuenta que casi me matas de un infarto!, ¿A caso estas loco?- Mi tono de voz era ofensivo, indignado. Lo cual era cierto. No existían palabras que puedas describir lo que me paso por la mente en ese momento.
-De nada.- dijo sin importarle nada lo que dije. – Vamos te vine a buscar, estaba en el pueblo y me dijeron que estabas rumbo a tu casa. Que no traías linterna, ni abrigo. Así que vine por ti.-
-Veo que en este lugar los chismes vuelan. Y gracias, de verdad, disculpa por mi mal humor, pero me asustaste. No vuelvas a aparecerte de ese modo. ¿De acuerdo?- Trataba de sonar mas amable.
-Vale, no te preocupes, ven sígueme o quieres que te lleve en andas.- Sonrió.
-Mejor te sigo.- dije algo perdida, aun no entendía que estaba haciendo allí, ¿Solamente vino por mí? Era muy raro, ese chico era demasiado raro.- Donde nos dirigimos, mi casa queda hacia allá.- y señale camino arriba.
-Nunca dije que te llevaría a tu casa, simplemente te vine a buscar.- Me miró de forma despectiva.
-¿Pero a donde me llevas?- Cada vez estaba mas desencajada.
-Volvemos al pueblo. Los vecinos han preparado una cena comunitaria para darte la bienvenida, y por su puesto no puede faltar la agasajada. Por suerte te encontré antes de lo esperado. Pensé que tendría que secuestrarte de tu cama.- Una sonrisa pícara se dibujo en su cara. Las nubes se disiparon y la claridad lunar entraba entre los árboles.
Lo mire muy seriamente, deseaba pensar que no me lo decía en serio.
-Vamos mujer camina, no querrás hacer esperar a la multitud que quiere conocerte.- Seguíamos caminando rumbo al pueblo. No Entendía nada, momentos antes estaba hablando con Elba por teléfono y sufriendo el susto de mi vida, ahora iba camino a una fiesta de bienvenida. No podía ser cierto. Porque tenía que ser el centro de atención con lo que odiaba eso.
Poco a poco se empezaron a ver las luces del camino principal. Nehuén me tomó del brazo y me hizo acelerar el paso. Estaba realmente agitada, el aire ingresaba a mis pulmones con dificultad, las piernas ya no me respondían con precisión. Un par de veces tropecé y me tuvo que sostener para que no diera mi cabeza contra el suelo. Llegamos al camino y nos dirigimos directamente hacia el gimnasio de la escuela. No me había dado cuenta que mi aspecto seguía siendo andrajoso
-Nehuén, espera; mira lo que soy, sigo con la ropa de viaje, soy un desastre.- Lo detenía frente a la puerta del instituto mientras de decía eso con tono resignado, debido a que no podía ir a casa a cambiarme y volver. Las distancias no ayudaban en lo más mínimo en ese tipo de cuestiones.
-No te preocupes por eso, nos quedamos un rato y luego prometo llevarte a tu casa y dejarte ahí sana y salva, sin que ningún animal salvaje pueda atacarte en el camino.- Lo mire anonadada, como sabia él que yo creía que en el bosque me seguía un animal salvaje. No sabía que tipo de fiesta acostumbraban, pero la aprovecharía para averiguar de mi familia y conocer más a Nehuén.
Entramos al gimnasio, no podía entender de donde salió tanta gente, creo que todo el pueblo estaba. Habían escrito un pasacalle que decía: bienvenida Dana, habitante 1634.
Mis mejillas se sonrojaron abruptamente, en ese momento deseaba ser un avestruz y meter la cabeza en la tierra. Nehuén me jaló del brazo y me llevó al centro del salón. Tomé coraje sonreí, y trate de hacer que el momento pasara lo mas agradable posible y rápido.
Él se alejo de mí y se sentó en un rincón del salón, y me observaba, cada tanto nuestras miradas se cruzaban, creo que en ningún momento me saco la vista de encima. Luego de saludar cordialmente a todos y cuando la gente se disipó un poco y se concentro en la comida, camine hacía Nehuén y me senté a su lado.
-¿Siempre es así?- pregunte agobiada.
-¿Qué cosa?-
-Esto… los recibimientos, pancartas de bienvenidas, tengo numero de habitante ¿Lo puedes creer?- Dije sorprendida, él miraba la pista de baile, algunas parejas estaban danzando y la música cada vez aumentaba más su volumen.
-No, no siempre es así.- Me miro y alzo su ceja derecha.- Bueno en realidad hace varios años que no viene nadie al pueblo a quedarse. Los últimos en llegar fueron los Blood. No vinieron a la fiesta, en realidad nunca salen de su casa, no se juntan con nadie en el pueblo. Acá la gente cree que están poseídos. Son muy extraños.- dijo mientras agarraba de la mesa que se encontraba a la derecha dos vasos de cerveza. Uno me lo ofreció a mí.
- Por tu llegada, ¡Salud!- Levantó el jarro, lo choco de forma desprevenida contra el mío, y bebió.
-Si, claro, ¡Salud!- Dije distraídamente por cortesía. Cada vez me convencía más que ese pueblo ocultaba más secretos de los que podía imaginar. Y a cada tema misterioso y que podía llegar a interesarme Nehuén lo evadía. Eso transformaba a mi tarea en algo más difícil de lo esperado. Desvié la mirada hacia la pista de baile, todos estaban disfrutando mucho. –Parece que la están pasando bien ¿No?- pregunte para cortar el silencio entre nosotros. Ninguno de los dos era de mucho hablar. Pero creo que ambos estábamos reprimiendo miles de preguntas que rondaban nuestras cabezas.
Me miro de reojo, sonrío y siguió con la vista fija en la pista de baile.- Cualquier excusa es buena para reunirse.- Dijo distante. – Te parece que te acompañe a la cabaña, no creo que te plazca ir sola por el bosque a estas horas.- continuo bebiendo.
-¿Pero… qué hora es? – Pregunté desorientada.
- Son casi las doce, y no es recomendable que una muchacha como tú ande sola por un lugar que aun no conoce.- Dijo pícaramente.
-Si, claro, no hay problema, vamos, no creo que nadie note nuestra ausencia.- Miré a nuestro alrededor, todos estaban bailando muy divertidos. Definitivamente no lo notarían.-
Salimos del gimnasio, y comenzamos a caminar por el camino principal. La noche era muy fría. Los músculos se me tensionaron, las rodillas no paraban de temblar. Traté de disimular lo más posible pero era inútil.
- Si que esta fresca la noche.- Me miró. – Toma la necesitas más que yo, para mi esto solo es un poco de aire fresco, pero veo que para ti no.- Mientras hablaba se quitó la campera de jean y me la puso sobre los hombros.
- Gracias, pero puedo tolerarlo.- dije rápidamente demostrando mi valentía.
- Entonces infórmaselo a tus labios, creo q ellos no opinan lo mismo.-
Había olvidado por completo el detalle que mis labios ante el frío se volvían morados.
El camino a casa se hizo interminable pero más relajado que antes. La oscuridad aun existía, solo nos iluminaba la luna. Se notaba que Nehuén conocía bien el lugar y eso me relajaba bastante.
Mientras caminaba pensaba en si era correcto preguntarle como supo de mi teoría del animal cazando cerca de mío. Pero decidí callar por miedo que su evasiva sea dejarme sola en el bosque.
-Vamos que no falta mucho, necesitas que me quede a acompañarte en tu primera noche o podrás superarlo.- Dijo amablemente.
-Creo que podré superarlo.- Dije sonriéndome.
- Hemos llegado, ahí esta la casa.- y señalo frente a nosotros.
En la noche la cabaña desaparecía completamente entre los árboles. Además había salido con luz y no dejé ninguna luz encendida. Gran error de mi parte.
Llegamos a la casa, encendí la luz del comedor y le invite a pasar.
-¿Café?- dije dirigiéndome a la cocina.
-No, gracias. Te aceptaría unos mates pero no tienes.- Dijo mientras caminaba por el comedor y miraba por el ventanal.
-¿Cómo sabes que tengo o no tengo en la casa?- Pregunte sorprendida.
Me miró desinteresadamente y volvió a mirar por la ventana. Caí nuevamente en sus evasivas.
-Nehuén, ¿Por qué consideran que los Blood no se relacionan con el pueblo, donde es que viven?- Le pregunte disimuladamente como si no fuera relevante para mí.
-Otro día, vale. Tengo largo camino a casa, nos vemos.- Camino rumbo a la puerta la abrió y salió apresuradamente. No me dio tiempo de despedirme. Me quede estática en la cocina, no entendí que lo había incomodado, pero para conocer un poco más del pueblo ese era la punta de mi ovillo. Él sabía cosas que para mi eran importantes, y no haría fácil la tarea de averiguarlas.
Cada vez que algo lo incomodaba esquivaba mis comentarios con preguntas fuera de lugar.
Apagué la luz del comedor. Me dirigí al dormitorio y saque mi pijama del armario, me lo puse. Armé la cama con unas sabanas que le había sacado a Elba del armario y me acosté. El día había sido demasiado largo. Aunque tuviera diecisiete años y la energía a flor de piel, mi cuerpo decía basta. Estaba tan cansada que no podía dormir. Daba vueltas en la cama sin encontrar una posición cómoda.
Extrañaba Seattle, nunca estuve tanto tiempo fuera de casa, nunca estuve fuera de casa. Todo lo vivido ese día rondaba mi cabeza. La llegada al pueblo, la advertencia del hombre del camino, la fiesta, Nehuén. Si sobre todo Nehuén.
El sueño apareció y dejé que invada mi ser.

viernes, 21 de agosto de 2009

Bienvenida II


Cerré la puerta. Todo fue tan rápido, y fuera de lugar que no asimilaba lo sucedido minutos antes. Dejé todo tal y como estaba, no podía moverme más. El astro rey ya se encontraba bien en lo alto, seguramente sería casi mediodía. El cansancio comenzó a apoderarse de mi cuerpo. Fui hasta el diván me recosté en él, deje mi mirada perdida en el paisaje. Seguía pensando en la visita de Nehuén mientras el sol calentaba mi ropa. Trataba de armar una idea aceptable de que hacia tan lejos de su casa, su comportamiento misterioso, pero lo más importante, era entender la reacción que tuvo cuando le dije que mis abuelos eran los dueños del lugar. El sueño me invadió.
Cuando volví a la realidad el calor que se había apoderado de mi consciencia ya no estaba. Las primeras estrellas asomaban a lo lejos, la luna se empezaba a vislumbrar. Era de no creer. Perdí todo el día durmiendo, giré la cabeza hacia el interior de la casa y ver los bolsos en el comedor resultaba muy frustrante.
Junte fuerzas y me levanté. Caminé en busca de las maletas, me las puse al hombro y subí la escalera rumbo al dormitorio.
Las deje a un costado del ropero, pero antes saque de mi mochila de mano el diario de mi abuela y lo coloque en la mesa de luz que se ubicaba a la derecha de la cama. También acomode el portarretratos con reloj que me había regalado Elba para mi último cumpleaños. Del bolso más grande saqué un poco de ropa y la puse en una cajonera. Mire el reloj eran las seis de la tarde, aun no anochecía pero el sol ya comenzaba a ocultarse entre las montañas, las estrellas momento a momento se dibujaban con mas claridad en la inmensidad del cielo. Antes de que terminara el día tenía que llamar a mamá. De no hacerlo correría el riesgo que llame a la guardia nacional para llevarme de vuelta a casa. Era un riesgo que estaba decidida a no correr.
Salí del dormitorio fui hasta el baño a refrescarme la cara. Era un zombi, las ojeras llegaban al piso. A pesar de mi aspecto deplorable, lo cual era entendible, para cualquier persona que hubiera estado un día y medio de viaje, tenia que bajar al pueblo. Mi próxima misión era llamar a Elba y tratar de hacerle entender que estaba todo bien y que mi vida no corría peligro, que en el avión no contraje gripe, y que no consumí ninguna bebida que me hubieran dado abierta. Con una madre como ella una nunca estaba realmente preparada para dar una respuesta normal. Con Elba siempre lo irracional y extremo era a lo que había que atenerse.
Sin el peso de los bolsos el camino al pueblo se me hizo corto, aunque también ayudaba que sea barranca abajo, la gravedad hacia el trabajo duro del descenso.
A la luz del ocaso se apreciaba de otra forma el lugar. Todo era acogedor, los negocios eran una casita al lado de la otra. Las calles estaban iluminadas por farolas de luz ámbar. Por las ventanas de algunas casas se veía a la gente merendando, reunida en familia. A medida que avanzaba más feliz me sentía de estar en ese lugar tan maravilloso. Con un aire tan puro que mis pulmones no daban abasto para poder aspirarlo. Todo olía a tierra mojada. Allí no existía el sonido de los autos con el ronroneo ensordecedor de los motores, y menos bocinas y gritos. Era perfecto.
Cuando llegue a la proveeduría mire al vendedor y salude muy cortésmente.
- Buenas tardes, ¿Podría usar el teléfono? – pregunte amablemente.
- ¡Tú eres la forastera!, bienvenida a Aguada del Zorro- Exclamó sonriente, lo mire con cara de desinterés. – Perdón por la euforia, no solemos tener nuevos habitantes en el pueblo, cada llegada es una fiesta. Debes estar agotada por el viaje, utiliza el teléfono, funciona con monedas.-
Al escuchar sus palabras abrí tanto mis ojos que arquee las cejas. Le miré intrigada de cómo sabia tanto si aun no había hablado con nadie. Pero en ese momento recordé a Nehuén, seguramente él habría contado de mí. Al parecer se cumplía el conocido proverbio “pueblo chico, infierno grande”. El señor de la tienda continuaba mirándome, de manera que lo ignore y fui hasta el teléfono.
Inserté unas monedas que había cambiado en el aeropuerto y marqué el número de casa.
No alcanzo a sonar por segunda vez que escuché la voz de Elba al otro lado.
- Dana, cariño ¿Eres tú?- dijo mamá, se la escuchaba muy preocupada, llegando al limite de la desesperación.
-Si mamá, tranquila estoy bien.- dije con la voz lo mas relajada que podía simular. Lo único que tenía que hacer era tratar de hacerla entrar en razón, si yo no hablaba convencida no podría convencerla a ella.
-¿Estas bien, te pasó algo, porque decidiste irte como si nada? ¿Acaso hice algo mal?
Vamos mi vida volvé a casa, estas cometiendo una locura.- suplicó preocupada.
- Mamá tranquila. Vamos por partes, demasiadas preguntas juntas. Si, estoy bien, encontré la casa de los abuelos, bueno en realidad encontré tu casa, vos también viviste aquí mucho tiempo. Necesito quedarme, hay muchas preguntas en mi vida que no tienen respuesta y se que en casa no las voy a conseguir. Y antes que me interrumpas te aviso que no voy a volver, no por ahora.- el final de la frase la hice con tono rotundo y determinante, debía dejarla tranquila para poder empezar mi búsqueda sin culpa.
-De acuerdo – dijo sin decir ninguna contradicción. – Creo que es ridículo de mi parte amenazarte por teléfono para que vuelvas. De manera que puedes quedarte. Pero debes llamarme diariamente. ¿De acuerdo?- Su voz dejó de ser preocupada y sonó distante.
-No creo que tan a menudo pero prometo llamarte- Estaba totalmente bloqueada, Elba había aceptado que me quedara a miles de kilómetros sola, sin hacer ningún cuestionamiento. Eso era muy sorprendente. O tal vez no, ella quería que yo me enterara de algo o solo consideraba que pronto me daría por vencida y volvería a casa. Sea lo que sea que ella piense yo me mantendría firme por mi decisión.
-Mamá, ¿Estas bien?, no vas a cuestionarme nada, no preguntaras si contraje gripe en el avión o alguna enfermedad que solo se da un caso en un millón. – Necesitaba saber un poco más de lo que ella pensaba en ese momento.
-No Dana, no preguntaré nada. Has decidido irte sin contármelo, me he tenido que enterar de tu decisión por medio de una nota. Como crees que me siento al saber que mi hija no tuvo la suficiente confianza con su madre. No quiero seguir pensando, no por ahora, has lo que tengas que hacer y vuelve a casa. ¿Esta bien?- Su tono de voz era decepcionado, Elba había atacado por mi lado mas frágil, la culpa. Y estaba funcionando, levante la vista y vi que el vendedor aun tenía la vista clavada en mi, estaba intentando escuchar lo que hablaba.
Junte valor y trate de no caer en el profundo sentimiento de la culpa y el remordimiento porque eso arruinaría mis planes.
-Gracias mamá, te amo, te llamare en unos días. Bye.- Era lo único que se me ocurrió decir para cortar el ambiente de la conversación.
-Adiós Dana no te olvides de llamar –
Ambas cortamos el teléfono a la vez. Me dirigí nuevamente al mostrador. Saludé al vendedor y salí de la tienda.
Fuera estaba oscuro, el sol bajó rápidamente. Las calles estaban iluminadas por los faroles, y las pocas personas que antes vagaban en la calle ya no se encontraban ahí. La noche estaba fría y no tenía ningún abrigo. Vestía solo una camiseta verde musgo, mis jeans de viaje y unas zapatillas que usaba diariamente.
Comencé a caminar por el sendero que iba directo a casa. En mi cabeza no dejaba de dar vueltas la conversación con Elba. Por un lado me quité un peso de encima al saber que ella conocía mi paradero, y también convivía en mí la dualidad de haberle hecho eso a Elba, ella tenia razón no se lo merecía pero sabía que si me quedaba en Seattle nunca me dirían la verdad sobre mi pasado.
El camino de la montaña se hizo largo, más del que imaginé. La noche era cerrada, la luna se había escondido entre unos nubarrones, seguramente llovería, pero no podía pronosticarlo bien, no conocía el comportamiento del clima en Aguada. Solo se oía el ruido de los grillos y del viento. Todo lo que antes era de ensueño ahora me resultaba tétrico. Continúe caminando para llegar a casa. El bosque me asustaba lo suficiente.
-Si tan solo tuviera una linterna, o mi teléfono móvil para hacer un poco de luz.- Pensaba en voz alta, y de pronto escuche un ruido de hojas crujiendo. El corazón comenzó a palpitar tan deprisa que se me salía del pecho. Junte coraje y grité la típica pregunta tonta. - ¿Quién anda ahí?, salga.- Mire a mi alrededor y levante una rama bastante gruesa, en caso de tener que defenderme la usaría. Nadie respondió.
-¡Vamos! Muéstrese, no le tengo miedo, no se esconda.- Decía con el mayor coraje que lograba juntar. Nadie se manifestaba pero el sonido de las hojas secas quebrajarse aun lo oía. Tal vez estaba un poco sugestionada, seguramente algún animalito salvaje andaría rondando y yo estaba interrumpiendo su cacería. Deseaba que ese animalito salvaje sea una liebre o alguna oveja perdida, algo inofensivo. Aceleré el paso, puse todos mis sentidos en alerta. El sonido se había detenido. Eso me tranquilizó, ya que hacía cierta mi hipótesis de un animal sea el productor del sonido.
La casa aun no se encontraba cerca, aunque no lo discernía con exactitud. Calcular el tiempo no era mi fuerte y en ese momento menos. Volví a escuchar el sonido que me había asustado mas cerca de mí, era como si me estuvieran siguiendo. Empecé a correr por el bosque con el palo en la mano y sin importarme nada. El miedo ya no era controlable.
Corría tan rápido como me lo permitían los pies, además de todo, tenía que mirar bien de no tropezarme con las raíces de los árboles.
El sonido prácticamente me pisaba los talones, me di vuelta para mirar atrás mientras seguía corriendo, y de golpe algo me agarró, y me sostuvo. El corazón se me detuvo y grite sin poderme contener.

lunes, 17 de agosto de 2009

Bienvenida

Todo lo que una vez busqué estaba frente a mí, sabía que dentro encontraría las respuestas a muchos interrogantes que nunca quisieron responderme.
El sol comenzaba a alzarse y con eso disipaba la neblina de la mañana, el calor se hacía presente poco a poco.
Puse mi mano sobre la perilla para abrir, aun fue una idea tonta, porque quien hubiera dejado una casa sin llave, y más durante quien vaya a saber cuantos años, pero con probar no cambiaría nada. Gire el picaporte y click, se abrió, estaba asombrada. Mi mente no entendía como podía ser cierto que tan fácilmente podía entrar.
Abrí la puerta y entre.
Estaba totalmente convencida que la casa no estuvo abandonada durante diecisiete años. Ningún lugar se mantenía en pie luego de casi dos décadas de abandono. Mis ojos mostraban que en realidad nunca estuvo olvidada. En este caso todo lucía impecable, como si regularmente alguien viniera a limpiar y quitara la polvareda del lugar.
Era muy acogedor el interior de la vivienda, todo era totalmente rustico y se notaba que las cosas estaban hechas con materiales del lugar. Dejé caer mi bolso al suelo sin importarme nada, y continué observando, la puerta quedó abierta y no me importó en lo mas mínimo. Comencé a caminar por el interior de la casa mirando con los ojos muy abiertos. Había unas grandes ventanas que ocupaban prácticamente toda la pared, y de allí se extendía un paisaje inexplicable. El camino a la cabaña me había llevado hacía lo alto de una meseta, por eso el paisaje era tan panorámico, desde la ventana podía observar un valle dibujado con diferentes tonalidades de verdes y marrones, árboles caídos, un par de ovejas pastando, el degrade de colores era maravilloso, el cielo ya se teñía de celeste, y el sol se mostraba en su esplendor.
En el centro del comedor se extendía una mesa circular que estaba formada por un montón de rodajas de árboles unidas, las sillas estaban en compose, eran también troncos cortados cumpliendo la función de banquetas.
Detrás de la puerta se levantaba una escalera que habilitaba el paso a un entre piso donde se encontraba la habitación, mirando hacía arriba se veía el respaldo de una cama.
A la derecha de la entrada se ubicaba una puerta que conducía al baño, y a su lado bajando un desnivel se hallaba la cocina. Toda la casa parecía de cuento de hadas. No se cuanto tiempo observe todo muy concentrada, desde que salí de casa cada vez me perdía más en el tiempo. Cuando terminé de recorrer con la mirada todo el lugar volteé a agarrar mis cosas y el corazón se me paró de repente.
- ¿Quien es usted?, hace cuanto esta parado ahí - Dije asustada y sin impórtame el modo de hablar, me sobresalto ver la figura de un joven de mi edad apoyado sobre la arcada de la puerta de entrada mirándome.
- Sí, para mi también es un gusto, ¿Como te llamas?- Respondió cambiando de tema el muchacho y me tendió su mano para saludarme.
Su respuesta me desencajó totalmente, de manera que lo único que podía hacer era bajar la guardia y presentarme.
- Lo siento, perdón, es que me asustaste, soy Dana Lowell – dije entre cortadamente y respondí al saludo.
-Un gusto, no quise asustarte, ¿Te puedo tutear verdad?-
-Si, bah, eso creo- lo mire con cara de no entender a que se refería con lo que me había preguntado.
- Tratarte de vos en lugar de usted, eso sería básicamente. - Su cara era como un gran signo de interrogación esperando respuesta.
- Ah! Si claro, no hay problema.- exclame relajada.- pasa no te quedes en la puerta, entra, acabo de llegar al pueblo, ¿Tu eres de por acá?- pregunte incrédula.
- Sí, podría decirse, estoy a unos treinta minutos de camino hacia las montañas, vivo allí con parte de la tribu.- Mientras decía esas palabras se dirigió a la ventana y se acomodó en el diván que se hallaba al costado de la ventana. Lo cual me pareció muy impertinente de su parte. Igual no se lo hice notar, tal vez sería costumbre del lugar comportarse de esa forma en casa ajena, o más a mi favor, él tal vez habituaba a la casa. Demasiada casualidad que alguien que vivía tan lejos en el momento de mi llegada pase por ahí. Puse mi mejor cara de amabilidad y continúe escuchándolo.
-Y a ti que es lo que te trae por el pueblo, por tu acento puedo notar que no eres argentina.-
- Así es, de hecho mi familia si es de acá, esta es la casa de mis abuelos. -
La cara del muchacho se transformó, sus delicados e impertinentes ojos verdes que observaban cada movimiento que hacía se abrieron muy sorprendidos, su respiración se entrecortó. Desvió la mirada hacia el ventanal.
-Mira vos, no la verdad que no conozco a nadie que haya vivido acá- Exclamó de forma desinteresada y sobradora. Se puso de pie.
- Si es que se fueron del lugar cuando yo aun no había nacido, es lógico que no los conozcas.- Mientras decía esto, se dirigió a la salida y yo seguía con la mirada cada uno de sus movimientos. Eran muy estilizados y lentos pero a la vez seguros.
- Perdón, pero debo regresar, me esperan. Fue un gusto conocerte Dana. Nos cruzamos cualquier día.- inclino su cabeza en forma de saludo y salió de la cabaña, me dirigí a la puerta.
- Para mi también fue un placer. - Dije mientras se alejaba – Disculpa – Grite y se volteó para mirarme - No me has dicho tu nombre –
-Nehuén, pero puedes decirme Frache – dijo mientras caminaba hacia atrás alejándose de la casa, se volteo y desapareció entre la maleza.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Decision II

A medida que me alejaba, comenzaba a añorar todo lo que veía e iba dejando atrás. Elba estaba de guardia en el hospital y llegaría a casa pasado el mediodía. Cuando halle la nota, creo que todo el barrio sentiría su grito. Grito que definiría una mezcla de ira con la desesperación, acompañado de la celebre frase “¿Qué hice para merecer esto? Por suerte mis oídos no tendrían q escucharlo. Para ese entonces ya estaría en vuelo.

Más de un día de viaje transitó y aun no había llegado a destino, mi cuerpo estaba exhausto, necesitaba localizar un lugar donde descansar, pero a la vez la curiosidad por llegar era más fuerte. Respiré ondo y me subí al primer taxi que encontré en la puerta del aeropuerto.
El paisaje había cambiado totalmente, ya dejaba de ver las tonalidades ocres de Seatlle, sino que el verde sobresalía rotundamente, a pesar que en esta parte del hemisferio estaba en primavera, aun se podía sentir un frío cortante, había mucha bruma. Mire el reloj y marcaban las siete de la mañana, con el detalle que no sabía de que día, estaba totalmente desentendida, el cambio de horario y de estación del año me desoriento completamente. De pronto el taxi frenó. Frente a mi un gran cartel que decía Bienvenidos a Aguada del Zorro. Había llegado. Después de tanta travesía, baje del auto, agarre mi maleta y comencé a caminar por el costado de la ruta que entraba al pueblo.

El lugar era majestuoso, las montañas no podían ser tomadas como algo imperceptible, se elevaban alrededor de todo el horizonte, mostrando sus picos nevados, todo lo demás era muy verde. La mañana amanecía con bastante bruma, seguramente se debería a la temporada del año que estábamos pasando. Realmente podía sentir la helada penetrando en mis huesos.
A pesar que la visión no era muy buena, pude vislumbrar a lo lejos un hombre sobre un caballo, lo cual me sorprendió mucho, una imagen así no es muy común en Seattle. Avance hasta el sujeto. Era alto, de piel morena, de ojos negros como la noche, de una complexión delgada, pero no mucho. Me miró de una forma muy desconfiada. Trate de recordar las clases del colegio y todas esas charlas con mi abuela en español. Respiré ondo y al final hablé. –Buenos días señor, acabo de llegar al pueblo, necesitaría que me indique como llegar a esta casa- Y saque del bolsillo de la campera la fotografía. Se la alcance para que la viera, su rostro se puso tenso, su mirada se endureció, y me devolvió la fotografía. Levanto su mano y me indico con voz grave:- Camina por la senda hasta donde termina, cuando llegues allí, encontraras a alguien, sabrán guiarte.- Agradecí por su gentileza, y retome camino.
La maleta era realmente pesada, por momento odiaba haber llevado tanta ropa, pero por otros estaba agradecida, la mañana era realmente fría. Camine largo trecho, momento a momento la ansiedad aumenta, de modo que no se cuanto tiempo anduve, cada vez confirmaba mas mi perdida de tiempo y espacio. Logré ver a lo lejos que la calle terminaba con unos pinos que se elevaban a una altura que no podría asegurar, me topé con un anciano mirando la nada, sentado en la puerta de una proveeduría. Me dirigí hacia él y le realice el mismo cuestionario que al hombre anterior. Pero esta vez la reacción del sujeto fue muy diferente. Con su mano temblorosa señaló hacia el bosque. Me informó que me dirija montaña arriba unos mil metros y me cruzaría con lo que buscaba.
Al escuchar esas palabras, la adrenalina recorrió todo mi cuerpo, el corazón aumento sus latidos, la respiración se agito acompasadamente. Agradecí la ayuda y me voltee para seguir camino. De repente me sobresalté, el anciano me tomo del brazo, volví mí vista hacia é. Nuestras miradas se cruzaron, sus ojos me penetraron, no me había dado cuenta que esos ojos no eran como cualquiera que allá visto antes, sobre todo por el color, eran azules, un azul tan claro que su pupila dibujaba un lunar negro en su interior. Mi cara se puso blanca, y con voz serena y en un casi susurro me dijo:- Cuídate, hace años que nadie va por esos lares, presta atención a la noche. Se astuta y no la desafíes.- un escalofrío me recorrió espalda. Esas palabras me recordaron al momento en que mi abuela me había entregado el libro. En voz muy baja dije en ingles:- todos en este pueblo van a mostrarse tan misteriosos, ¡Por favor!, acaso salieron de una película de Hitchcock. El hombre me siguió mirando, pero retiro su mano de mi brazo y se marcho.
En ese mismo momento, no entendiendo la situación que había pasado, respire ondo y continúe por camino que me había indicado.
Los pies me pesaban, no se como mi cuerpo pudo soportar tantas exigencias. Mis brazos eran delgados, al igual que mis piernas, tenía una contextura física más bien debilucha, pero creo que me subestimé. A pesar que nunca me había expuesto tanto a los cambios bruscos de clima, recorrer largas distancias, no solo caminando sino con un enorme bulto al hombro y ya no recordaba cuanto tiempo pasó desde mi último descanso. No era por que no me gustara la aventura, sino porque prefería comportarme correctamente, o sea como Elba quería, antes de escuchar sus consejos de doctora. Para ella todo era perjudicial. Si salía con nieve podía resfriarme, adquirir neumonía y no se cuantas enfermedades mas, el excesivo peso me provocaría escoliosis, siempre estaba el no en lo que se refiriera a grandes esfuerzos. Elba, ¿Qué estaría haciendo? ¿Cómo habría reaccionado ante la noticia de mi huída? En realidad si una vaga idea rondaba mi cabeza con las posibles respuestas, pero no quería detenerme a pensar en ellas. Una vez que me instalase, bajaría al pueblo a llamarle.
Levante la viste y la vi, ante mis ojos y perdida entre unos árboles lograba vislumbrar la cabaña. Me detuve baje el bolso y introduje la mano dentro del bolsillo de la chaqueta. Saqué la foto y la miré. Ahí estaba, la había encontrado. A pocos metros pero a la vez mezclada con la espesura del monte, se elevaba la famosa casa, famosa, porque yo la consideraba así, toda mi locura de viaje se debía a esa imagen y ahí estaba, frente a mi como hacia años lo fue para quien tomó la fotografía. La mirada se me ilumino y nada más me importo, todo lo que quería estaba ahí, ante mis ojos. La sonrisa me dibujó la cara, tome impulso y recorrí los pocos metros que me separaban de ella.

lunes, 3 de agosto de 2009

Decisión





Acabada de concluir la preparatoria cuando me plantee como iba a seguir mi vida. Sabía que por el momento la universidad tenía que esperar, realmente no sabía que estudiar, nada de lo que el sistema educativo me brindaba me interesaba por completo. Así que tuve una idea estrafalaria, algo que mi familia iba a rechazar por completo, pero era una necesidad en mí realizarlo. Para cualquiera hubiera sido algo típico, pero no era mi caso.
Siempre fui de hacer lo que sentía, lo que me causaba felicidad, por el momento no me fue nada mal.
Elba, como le digo a mi madre, nunca fue de ponerme restricciones. Tal vez eso se debía a la falta de un padre. Nunca lo conocí, según lo que Elba me dijo, fue que cuando se entero que estaba embarazada desapareció y nunca volvió a saber nada de él. Ese fue uno de los motivos por los cuales mis abuelos decidieron mudarse a Estados Unidos, mi país natal. Creo que ella lo sufre más que yo la falta de la imagen paterna, e hizo que ella sea tan comprensible ante mis actos. Aunque debo reconocer que nunca cause el más mínimo inconveniente.
Bueno en realidad una sola vez que lo recuerde, cuando jugando en un entre tiempo de clase salí corriendo del salón sin darme cuenta que el suelo estaba mojado, patine de tal forma que mi cabeza termino contra una columna, por eso hoy luzco una cicatriz en el costado izquierdo de mi ceja que apenas se ve.
Mi ocurrencia era muy simple, lo único que realmente quería hacer era volver al lugar de mis orígenes, donde mis abuelos habían nacido. Lo único que poseía para poder llegar a encontrar mi destino era una dirección que encontré dentro de lo que quedaba del diario íntimo de mi abuela. Nunca supe el motivo de por qué mi abuela, antes de morir me haya dado ese libro viejo. La verdad que pensar en ella me pone triste, era una persona tan agradable.
El libro era realmente antiguo, se notaba que lo llevaba a todos lados. Estaba forrado con cuero marrón, bastante mal cuidado. En la tapa del libro solo se podía apenas observar un garabato en forma circular, al cual nunca dí importancia. Cuando mi abuela me lo dio me dijo muy claro, - No lo abras hasta que sientas que el mundo en el que vivís deje de ser parte tuyo. Y nunca le digas nada de esto a tu madre. Confío en tu silencio.-
Nunca comprendí el porque de esas palabras, lo que más me llamo la atención es que mi abuela le ocultara secretos a Elba. Ellas llevaban una excelente relación, más que madre e hija parecían hermanas.
Alen, así se llamaba mi abuela, quedó embarazada al poco tiempo de casarse. Ella era descendiente de una familia aborigen de tradiciones muy respetadas en su pueblo, vivió en Argentina hasta que mi madre decidió tenerme a mí, pero no sabía más nada. Cada vez que hacía preguntas sobre el tema, todos se ponían mal y desviaban la conversación a cualquier lado menos donde yo quería llegar. Debido a eso eliminé la curiosidad que avasallaba todo mí ser. Eso fue siempre una gran debilidad mía, pero esa situación me enseño a llevar esa carga en silencio. No tenían los demás porque sufrir el sonido de mis palabras, tome la iniciativa de anular ese tema de mi repertorio de conversaciones. Realmente no era mi intención incomodar a nadie en la familia.
Cuando me dio el diario y claramente dijo esas palabras, supe que en algo se vinculaba ver con el tema prohibido. Por ese motivo decidí callar. Cumplí mi palabra.
Diez años tuve ese antiguo libro dentro del cajón de mi mesa de luz. Y una noche de noviembre desperté sobresaltada, mire el reloj y aun eran las tres de la madrugada. La noche era lluviosa, se oía en sonido del agua golpear contra los techos linderos. El viento soplaba su mejor melodía, y aseguro que nadie pudo evitar oírla. Me senté en mi cama, al despertar nunca logro recordar lo que sueño, siempre eso me disgusto mucho. No conocía lo que era sentir una pesadilla, realmente es muy frustrante despertarse sobresaltada pero no recordar el motivo. Este era uno de esos casos. Me encontraba bañada en sudor.
Sentada en la cama, apoyando mi espalda sobre la cabecera, me abstraje pensando sobre que era lo que me estaba sucediendo. Realmente estaba perturbada, iba mas allá de la frustración de no poder soñar, no encontraba explicación a mi estado de ánimo. Y de repente una fuerza interior me impulsó a abrir la cajonera de la mesa de luz y sacar el viejo libro.
No sabía que me iba a encontrar dentro. Quite la cinta q lo mantenía cerrado, estaba deshilachada, los años demostraban que ya no conservaba su color original, era rugosa al tacto, tuve que dar un tirón muy cuidadoso para desatar el moño q cerraba el diario, no quería romper nada de lo que luego pudiera lamentar. Respire hondo y lo abrí.
Mire su interior. Le faltaban hojas, las que quedaban ya eran color amarillo, algunas estaban manchadas con café, otras rotas. Apenas se podía leer en su interior, estaba escrito a pluma y muchas hojas se habían llenado de humedad con el correr del tiempo, así que lo hacia indescifrable. Me llamó la atención algo escrito en el margen inferior de la contratapa, a lo que se anexaba una vieja fotografía del frente de una casa. La escritura era apenas entendible por lo borroso, pero si miraba muy fijamente se distinguían las palabras escritas con una letra clara y muy armónica, tanto como la de una maestra de grado.

Argentina -Río Negro -Comallo
Aguada del zorro


Perdí la noción del tiempo mirando el libro, llenando mi cabeza de interrogantes que no obtenían respuesta por el momento. Por la ventana del dormitorio comenzó a divisarse claridad, la tormenta había cesado, y el sol intentaba asomar pero los densos nubarrones oscuros aun se encontraban latentes. Debía ponerle fin a tanta intriga que durante 17 años mi familia creó en mí. Mire el reloj despertador, eran las seis de la mañana. El sueño brillaba por su ausencia, me levanté, camine hacia la otra punta del cuarto donde se encontraba el escritorio, agarre la guía telefónica, y mi celular. Llamé al aeropuerto.
La telefonista me informó que el próximo vuelo con escala a Buenos Aires salía en tres horas. Eso me daría el tiempo justo para meter algunas cosas en una maleta, escribirle una nota a mamá y tomar el avión. No sabía que localizaría en aquel lugar, pero algo en mi interior incitaba en la realización de ese viaje.
Tomé valor y me dije a mi misma:- Dana, es tu momento. Hacelo. Sin dar mas vueltas, arme una maleta, garabateé la carta para Elba, mi letra era un desastre, mire por última vez el interior de mi casa y salí.