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Es una historia de mentiras... misterios y tabúes.

¿Qué Harías si un día te enteras que toda tu vida es una farsa... y que tus verdaderos orígenes no son tan humanos como pensabas?...


Frase de la semana

"La belleza puede ser motivo de desaliento, de profunda desolación, y así me sentí en su presencia"

Los ojos del Vampiro.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Primer encuentro II




Salí del baño, agarré dinero de la billetera y me puse la campera. Cuando abrí la puerta para dirigirme al pueblo gran susto me llevé.
-¿Pero estas loco?, quieres matarme de un infarto, Nehuen siempre vamos a cruzarnos de esta forma.- Gruñí.
-Perdón, no era mi intención.- Dijo humildemente.
-Esta bien, ya pasó. A que viniste, que traes ahí.- Señale las bolsas que acarreaba
-Son algunas cosas, considerando que llegaste ayer, y en el momento que bajaste al pueblo no realizaste ninguna compra, lo cual considero tonto de tu parte, me imagine que hoy cuando te levantes no ibas a tener nada que desayunar, así que decidí traerte esto para comer, espero que no te moleste que lo compartamos. Yo tampoco aun probé bocado.- Me miro tan tiernamente que no pude resistirme y le hice seña para que entrara.
-Gracias. La verdad es que me salvaste la vida. Mientras me duchaba me iba haciendo la idea que tenía que bajar al pueblo. Lo cual implicaba una larga caminata y mis tripas ya comenzaron a comerme a mi.- Le sonreí, y arqueé las cejas de forma grácil. Los dos estábamos parados a un costado de la puerta sin movernos.
-Bueno… pero que esperas, vamos a preparar entonces un buen desayuno.- Se dirigió con las bolsas a la cocina y las dejo sobre la mesada.- ¿Lo preparas vos o yo?-
-¿Te parece unos huevos revueltos?, trajiste tocino, ¿Verdad?- Pregunté entusiasta, mientras me arremangaba la camiseta.
-Mejor lo preparo yo, sentate y contame que pensas hacer en el día de hoy.- Mientras decía esto me desplazó del lugar y se puso a sacar las frutas de la bolsa, encendió la hornalla y comenzó a cocinar. No preocupándome por que podía llegar a preparar despeje la cocina y fui a sentarme en el diván de la ventana
-Bueno, a decir verdad no tengo nada programado. Creo que voy a ir al pueblo a comprar y a recorrer un poco. Mi viaje se basa en averiguar algo de mi familia, así que seguramente hablare con algunos vecinos y volveré a casa. Trataré de familiarizarme con el lugar.- La idea de socializar no me atraía mucho, siempre fui mas solitaria e introvertida. La parte de hacerse conocer por los demás era la especialidad de Elba. Para ella cualquier persona con la que entablara una conversación superior a cinco minutos pasaba a convertirse a su criterio en amigo.
Cada tanto Nehuén se daba vueltas para mirarme y luego continuaba preparando el desayuno.
A los pocos minutos salió de la cocina.
-¡A comer!- exclamó y vino al comedor y puso sobre la mesa una bandeja llena de comida. Me acerque a la mesa y me senté.
- ¡wooow! Creo que con el hambre que tengo puedo comerme todo yo sola.- Me reí al ver su cara de sorpresa.- No te preocupes, lo compartiremos.- Agregué.
-No sabía que te gustaba, así que prepare variedad.- Me señaló todo lo que había.
La bandeja traía dos vasos con jugo de naranja exprimido, una tetera con agua caliente y otra con café, sobres de diferentes sabores de té, tostadas con pan casero, manteca y tres gustos de mermelada.
Le mire muy complacida y comenzamos a desayunar.
- Así que no tienes planes, si quieres enseguida te armo un itinerario por el lugar.- Sugirió amablemente mientras comíamos.
-No gracias, la próxima vez, quiero estar sola…Ahora que puedo.- dije entre dientes al final de la frase revoleando mis ojos.
- Como gustes no voy a insistirte, no me caracterizo en eso.-
- Despreocúpate, no lo voy a lamentar. Cambiando de tema, puedo preguntar algo que anoche me dejó intrigada.- Tenia que arriesgarme y saber que fue lo que sucedió en el bosque la noche anterior. Le mire seria pero relajada, no quería que se vaya a la mitad de mi pregunta como era su costumbre.

domingo, 30 de agosto de 2009

Primer encuentro



Desperté por un rayo de sol que me pegaba en los ojos, seria el único que había porque la mañana amaneció algo nublada y con mucha bruma. No tenía muchas ganas de levantarme, pero había mucho que hacer.
Me permití quedarme acostada media hora más, relajándome y meditando de todas las tareas a realizar. Miré a mí alrededor y ver las maletas armadas era deprimente.
Incliné el cuerpo hacía la mesa de luz y saqué el diario de mi abuela.
Lo sostuve entre mis manos, acariciaba el cuero que lo revestía, sobre todo me detuve en el símbolo marcado a fuego en la tapa, un circulo con un punto en el centro era algo raro. Lo aproxime a mi nariz para olerlo. Necesitaba de verdad conectarme con el libro. Respiré hondo y lo abrí. Me puse a leerlo, tenía q encontrar alguna frase, algún indicio, lo que sea que me lleve a saber algo de mi pasado. Pasaba las hojas poco legibles mirando con atención, necesitaba encontrar lo que sea. Pero todo lo q leía y veía era normal. Descripciones de rutinas diarias, salidas con amigos al pueblo, una pelea con su madre, escapadas de la casa. Todo muy normal para que no se hable de esas épocas en casa.
Coloqué el diario en su sitio y me levante. Fui al baño a darme una ducha, o por lo menos eso intente. El agua se calentaba mediante la caldera del comedor, y para variar no estaba encendido. Empezar el día así me ponía de pésimo humor, las cosas siempre eran complicadas para mí. Fui al dormitorio me puse la campera y salí a buscar un poco de leña para prender el fuego.
Por lo menos algo era positivo en ese lugar, con abrir la puerta me encontraba con hojas secas, ramas y troncos. Había tanta cantidad que no fue necesario alejarme más de diez metros de la casa para juntar la leña suficiente para ducharme.
Todo lo recolectado lo tire a un costado del leñero, fui a la cocina agarré los fósforos y armé los leños para prenderlos.
De chica Elba me llevó a los scout, no duré mucho tiempo, todos los sábados debía acudir a las reuniones. Creo que fue la única cosa que me impuso. A pesar que me gustaba la vida al aire libre, no fui más en cuanto mamá se entero que por practicar fuegos me quemé. Fue algo sin importancia pero para ella lo minino se volvía tragedia.
Esa mala experiencia hizo que nunca olvidara como preparar un fuego pirámide. Así que por suerte el mal rato de tener que demorar mi ducha, no duró más de quince minutos. Mientras aguardaba a que el agua se calentara fui al dormitorio a armar mi cama, y acomodar la ropa en el ropero.
Cuando termine de organizar el dormitorio pude darme el placer de tomar la tan ansiada ducha.
El agua salía caliente, dejé que corriera por mi cuerpo sin hacer ningún movimiento. Era tan relajante. Ya no recordaba cuanto hacia que no disfrutaba tanto un baño.
Mientras peinaba mi lacio cabello oía como mi estomago pedía a gritos alimentos, nuevamente un problema aparecía. No tenía nada en alacena, ni en la heladera. Tanto era así que no tuve la molestia siquiera de enchufarla. Tendría que bajar al pueblo a comprar algunas provisiones sin falta.