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Es una historia de mentiras... misterios y tabúes.

¿Qué Harías si un día te enteras que toda tu vida es una farsa... y que tus verdaderos orígenes no son tan humanos como pensabas?...


Frase de la semana

"La belleza puede ser motivo de desaliento, de profunda desolación, y así me sentí en su presencia"

Los ojos del Vampiro.

viernes, 27 de noviembre de 2009

De vuelta a la sangre

Les dejo un nuevo capitulo de "La Mascarada" acuerdense que este relato no es mio, si no que es la base de un juego...

Pero hay más en la sangre que simple alimento, mucho más. Hay poder, hasta tal punto que algunos vampiros lo llaman vitae, “de vida”. Aparte de sobrevivir, la sangre sirve también para otros. ¿La legendaria fuerza y velocidad de los vampiros? Un producto de la adecuada aplicación del mismo pozo. Me han vaciado cargadores enteros en la barriga sin frenarme en absoluto. La sangre alimenta muchos de los talentos “mágicos” que nos atribuyen; ya has visto uno. Y, por supuesto, puedo enviar sangre a mi piel para parecer, bueno casi humano.
Evidentemente, hay un precio que debemos pagar. Cuanta mas sangre gasto en esos trucos de salón, más rápido se agotan mis reservas. Cuanto más rápido vacío mi estómago antes tengo que alimentarme (y cazar) de nuevo.
¿Prefieres que acabe con el truco del calor? Estoy en deuda contigo. Es muy refrescante encontrarse con alguien joven y dispuesto a ver más allá de las apariencias, ¿no crees? ¿Hmmm? Querida, si tuvieses seis veces tu edad seguirías siendo una niña para mí, “Joven” es un término muy relativo.Tsk. Tengo hambre ¿Te importaría acompañarme a dar una vuelta? La otra opción es dejarte aquí como una prisionera, y preferiría no hacerlo. No dudo que intentarías inventar algo y escapar, y yo perdería las antigüedades que rompieses en el proceso. Tú, querida, eres reemplazable, pero mis posesiones no. Así de sencillo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Capitulo III: Primer encuentro VI

Hace años que nadie para ahí, la quisieron comprar varias personas pero nunca se pudo volver a dar con los dueños de manera que quedo abandonada, aunque se que durante todos estos años la estuvieron manteniendo.
Eso explicaba el estado de la casa a mi llegada.
Deje que siga hablando, lo que decía iba a llevarme a algo aunque no sabia bien a donde. Mientras tanto ponía sobre el mostrador detergente, fósforos, un trapo de piso…
Levantó la vista, esperando que responda alguno de sus interrogantes. Se notaba que hablaba de manera inocente, Fermín no superaba los diecisiete años. Era un típico adolescente flacucho, de brazos largos. Su era tez trigueña escondía sus grandes ojos negros.
-Bueno no voy a llevar nada más- Acoté desinteresadamente, lo mejor era salirme por la tangente.
Embolso la mercadería de manera impaciente. Se notaba que quería saber algo pero no le daba pie para preguntar.
-Bueno, ¿Cuánto es?-
-Cincuenta siete con treinta.-
Saqué el dinero del bolsillo de mi jean, y lo puse sobre la mesa.
-Perdona que sea intrometido, pero…-
-Dale no te preocupes, qué quieres saber.- Lo incite a preguntar, una pregunta suya le valdrían tres mías.
-Cómo conseguiste alquilar la cabaña, conoces a los dueños.- Su mirada irradiaba una curiosidad desesperada, así que era mi momento, le cambiaria pregunta por pregunta, respuesta por respuesta.
-La casa es de mis abuelos.- Me miro perplejo. –Ahora explícame vos que es eso de Lemunkuyen.-
La campana de la puerta sonó, como siempre me pasa, en los momentos interesantes algo interrumpe y me quedó sin el final de la historia.
Tomé las bolsas del mostrador e hice lugar a los recién llegados. Su mirada estaba clavada en mí. Seguí mirando esperando una respuesta, me fui alejando lentamente, él no dejaba de mirarme con ojos deslumbrados.
Los clientes pasaban a nuestro lado desapercibidos solo nos concentramos el uno en el otro. En su mirada se reflejaba una respuesta pero yo no era capaz de descifrarla.
Me di media vuelta para salir de la tienda. Tome la manija de la puerta y tire para abrirla.
-¡Dana!- Caminó y se puso frente a mí, arrimó su cabeza a mi oído.- Los Lemunkuyen son los dueños de la casa. La señora Alen Lemunkuyen es en realidad la dueña.-
Di un paso atrás, lo mire absorta, mi abuela era Lowell, nunca en mi vida había escuchado esa palabra.
-Creo que estas confundido.- No encontraba sentido a las palabras de Fermín.
-No, no lo creo, estoy totalmente seguro, mi padre estudiaba con la hija de los señores Lemunkuyen.- Se alejó de mi y volvió a su puesto de trabajo.
Me quedé pasmada ante su comentario.
El aire fresco golpeó en mi cara mientras caminaba por el bosque rumbo a casa.