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Es una historia de mentiras... misterios y tabúes.

¿Qué Harías si un día te enteras que toda tu vida es una farsa... y que tus verdaderos orígenes no son tan humanos como pensabas?...


Frase de la semana

"La belleza puede ser motivo de desaliento, de profunda desolación, y así me sentí en su presencia"

Los ojos del Vampiro.

lunes, 3 de agosto de 2009

Decisión





Acabada de concluir la preparatoria cuando me plantee como iba a seguir mi vida. Sabía que por el momento la universidad tenía que esperar, realmente no sabía que estudiar, nada de lo que el sistema educativo me brindaba me interesaba por completo. Así que tuve una idea estrafalaria, algo que mi familia iba a rechazar por completo, pero era una necesidad en mí realizarlo. Para cualquiera hubiera sido algo típico, pero no era mi caso.
Siempre fui de hacer lo que sentía, lo que me causaba felicidad, por el momento no me fue nada mal.
Elba, como le digo a mi madre, nunca fue de ponerme restricciones. Tal vez eso se debía a la falta de un padre. Nunca lo conocí, según lo que Elba me dijo, fue que cuando se entero que estaba embarazada desapareció y nunca volvió a saber nada de él. Ese fue uno de los motivos por los cuales mis abuelos decidieron mudarse a Estados Unidos, mi país natal. Creo que ella lo sufre más que yo la falta de la imagen paterna, e hizo que ella sea tan comprensible ante mis actos. Aunque debo reconocer que nunca cause el más mínimo inconveniente.
Bueno en realidad una sola vez que lo recuerde, cuando jugando en un entre tiempo de clase salí corriendo del salón sin darme cuenta que el suelo estaba mojado, patine de tal forma que mi cabeza termino contra una columna, por eso hoy luzco una cicatriz en el costado izquierdo de mi ceja que apenas se ve.
Mi ocurrencia era muy simple, lo único que realmente quería hacer era volver al lugar de mis orígenes, donde mis abuelos habían nacido. Lo único que poseía para poder llegar a encontrar mi destino era una dirección que encontré dentro de lo que quedaba del diario íntimo de mi abuela. Nunca supe el motivo de por qué mi abuela, antes de morir me haya dado ese libro viejo. La verdad que pensar en ella me pone triste, era una persona tan agradable.
El libro era realmente antiguo, se notaba que lo llevaba a todos lados. Estaba forrado con cuero marrón, bastante mal cuidado. En la tapa del libro solo se podía apenas observar un garabato en forma circular, al cual nunca dí importancia. Cuando mi abuela me lo dio me dijo muy claro, - No lo abras hasta que sientas que el mundo en el que vivís deje de ser parte tuyo. Y nunca le digas nada de esto a tu madre. Confío en tu silencio.-
Nunca comprendí el porque de esas palabras, lo que más me llamo la atención es que mi abuela le ocultara secretos a Elba. Ellas llevaban una excelente relación, más que madre e hija parecían hermanas.
Alen, así se llamaba mi abuela, quedó embarazada al poco tiempo de casarse. Ella era descendiente de una familia aborigen de tradiciones muy respetadas en su pueblo, vivió en Argentina hasta que mi madre decidió tenerme a mí, pero no sabía más nada. Cada vez que hacía preguntas sobre el tema, todos se ponían mal y desviaban la conversación a cualquier lado menos donde yo quería llegar. Debido a eso eliminé la curiosidad que avasallaba todo mí ser. Eso fue siempre una gran debilidad mía, pero esa situación me enseño a llevar esa carga en silencio. No tenían los demás porque sufrir el sonido de mis palabras, tome la iniciativa de anular ese tema de mi repertorio de conversaciones. Realmente no era mi intención incomodar a nadie en la familia.
Cuando me dio el diario y claramente dijo esas palabras, supe que en algo se vinculaba ver con el tema prohibido. Por ese motivo decidí callar. Cumplí mi palabra.
Diez años tuve ese antiguo libro dentro del cajón de mi mesa de luz. Y una noche de noviembre desperté sobresaltada, mire el reloj y aun eran las tres de la madrugada. La noche era lluviosa, se oía en sonido del agua golpear contra los techos linderos. El viento soplaba su mejor melodía, y aseguro que nadie pudo evitar oírla. Me senté en mi cama, al despertar nunca logro recordar lo que sueño, siempre eso me disgusto mucho. No conocía lo que era sentir una pesadilla, realmente es muy frustrante despertarse sobresaltada pero no recordar el motivo. Este era uno de esos casos. Me encontraba bañada en sudor.
Sentada en la cama, apoyando mi espalda sobre la cabecera, me abstraje pensando sobre que era lo que me estaba sucediendo. Realmente estaba perturbada, iba mas allá de la frustración de no poder soñar, no encontraba explicación a mi estado de ánimo. Y de repente una fuerza interior me impulsó a abrir la cajonera de la mesa de luz y sacar el viejo libro.
No sabía que me iba a encontrar dentro. Quite la cinta q lo mantenía cerrado, estaba deshilachada, los años demostraban que ya no conservaba su color original, era rugosa al tacto, tuve que dar un tirón muy cuidadoso para desatar el moño q cerraba el diario, no quería romper nada de lo que luego pudiera lamentar. Respire hondo y lo abrí.
Mire su interior. Le faltaban hojas, las que quedaban ya eran color amarillo, algunas estaban manchadas con café, otras rotas. Apenas se podía leer en su interior, estaba escrito a pluma y muchas hojas se habían llenado de humedad con el correr del tiempo, así que lo hacia indescifrable. Me llamó la atención algo escrito en el margen inferior de la contratapa, a lo que se anexaba una vieja fotografía del frente de una casa. La escritura era apenas entendible por lo borroso, pero si miraba muy fijamente se distinguían las palabras escritas con una letra clara y muy armónica, tanto como la de una maestra de grado.

Argentina -Río Negro -Comallo
Aguada del zorro


Perdí la noción del tiempo mirando el libro, llenando mi cabeza de interrogantes que no obtenían respuesta por el momento. Por la ventana del dormitorio comenzó a divisarse claridad, la tormenta había cesado, y el sol intentaba asomar pero los densos nubarrones oscuros aun se encontraban latentes. Debía ponerle fin a tanta intriga que durante 17 años mi familia creó en mí. Mire el reloj despertador, eran las seis de la mañana. El sueño brillaba por su ausencia, me levanté, camine hacia la otra punta del cuarto donde se encontraba el escritorio, agarre la guía telefónica, y mi celular. Llamé al aeropuerto.
La telefonista me informó que el próximo vuelo con escala a Buenos Aires salía en tres horas. Eso me daría el tiempo justo para meter algunas cosas en una maleta, escribirle una nota a mamá y tomar el avión. No sabía que localizaría en aquel lugar, pero algo en mi interior incitaba en la realización de ese viaje.
Tomé valor y me dije a mi misma:- Dana, es tu momento. Hacelo. Sin dar mas vueltas, arme una maleta, garabateé la carta para Elba, mi letra era un desastre, mire por última vez el interior de mi casa y salí.