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Es una historia de mentiras... misterios y tabúes.

¿Qué Harías si un día te enteras que toda tu vida es una farsa... y que tus verdaderos orígenes no son tan humanos como pensabas?...


Frase de la semana

"La belleza puede ser motivo de desaliento, de profunda desolación, y así me sentí en su presencia"

Los ojos del Vampiro.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Primer encuentro III

Lo miré detenidamente y realice la pregunta sin importarme la respuesta.
-Ne, con respecto a lo que paso anoche, cuando estaba sola en el bosque… - me miraba sin entender a donde quería apuntar.- Bueno, yo salí del pueblo y vine directamente para casa, me preguntaba como es posible que llegando al pueblo después que yo, pudieras alcanzarme a medio camino.-
Realizó una sonrisa socarrona y largo disimuladamente el aire de sus pulmones, bajo los hombros, se relajo.
- ¡Ay Dan, que poca imaginación!
-¿Desde cuando tenemos tanta confianza para que me llames así?- Dije despectivamente, Nehuén me miro revoleando los ojos con cara de resignación.
-¿Puedo continuar o prefieres que hablemos de cómo puedo o no puedo llamarte?-
Baje la mirada y asentí para que continuara con su explicación.
-Cuando Don Javier me dijo recién habías salido del almacén, salí deprisa para poder alcanzarte, pero me di cuenta que estabas bastante lejos así que corrí hasta alcanzarte. Además, ya era casi de noche, y no conociendo el lugar me imagine que te daría miedo. Que escucharías ruidos y no sabrías de donde provienen aunque luego culparías a algún animal auto convenciéndote que estaría de caza y que tú no eras el menú de esa noche, pero para prevenirte tomarías alguna rama si llegado el caso debías defenderte. Eso te llevaría a correr hasta perderte. Tenia que encontrarte si o si. No te olvides que el pueblo había organizado tu fiesta de bienvenida así que era indispensable hallarte pronto. Eso es todo, ¿Contenta?- Me miró despreocupadamente, y se levanto de la silla y comenzó a caminar hacia la puerta.
El argumento era lógico y creíble pero sabia que algo escondía y no podía encontrar donde estaba la trampa. Lo único que me aseguraba que mentía era que ya estaba en posición de irse, lo cual significaba una nueva evasión a mis siguientes preguntas.
-¿Dónde vas?-
- Tengo que irme, la verdad que los desayunos día a día me salen mejor, pero el deber me llama.- Se rió entre dientes.
Aun me encontraba sentada sin moverme, así que me levante para acompañarlo hasta la puerta pero el ya la había cruzado. Lo vi caminando rumbo al bosque, su caminar era muy especial. Era sigiloso y delicado pero a la vez firme. De pronto todo cuadró, ya sabía donde estaba la trampa.

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